A la hora de decorar la casa, mucho/as tratamos de buscar de algún modo en nuestro interior algo que nos motive e inspire, una temática, una idea, o varias de ellas. Pero no siempre es fácil, no siempre tropezamos con esa fuente de inspiración con la que brindar el sello de identidad de nuestro hogar, hacerlo auténtico y diferenciarlo de los demás. Porque incluso nuestras preferencias más personales están influenciadas por todo aquello que hemos visto hacer una y otra vez. Sin embargo, siempre hay fuentes de inspiración para mantenernos fieles a nosotros mismos. Aquí van tres de ellas:
Herencia y familia
No, no nos referimos a colgar un extracto bancario con el dinero que hayamos podido heredar de nuestra familia, sino a enseres familiares que muestren de dónde venimos. Un mantón con historia, una cómoda vintage, un reloj de pared o de mesa que perteneció a nuestros abuelos, un árbol genealógico, la historia de nuestros apellidos… La lista de opciones es infinita.
Además, la búsqueda e investigación para la consecución de cualquiera de estos elementos nos servirá para hacernos una idea de quiénes somos y descubrir cosas sobre nuestros antepasados, conocer dónde emigraron hace años, conocer sus historias y culturas, etc. Al fin y al cabo, lo que sabemos sobre nuestra familia no suele ir más allá de lo que hemos visto u oído desde nuestra infancia en adelante, por lo que esto puede convertirse en una experiencia muy enriquecedora.
Recuerdos de viajes
Viajar es una experiencia que nos abre la mente y cambia la forma de ver las cosas. Los viajes que hemos realizado a lo largo de nuestra vida son, por lo general, experiencias fascinantes e inolvidables de los que podemos —y casi podríamos decir que debemos— traernos algún objeto como recuerdo de lo vivido en ellos.
De hecho, una excelente idea para decorar la casa puede ser contar nuestra vida a través de nuestros viajes más emblemáticos, aquellos que nos hayan marcado por el motivo que sea: el lugar en el que nos dimos cuenta de que teníamos que dar un cambio radical a nuestra vida, la ciudad en la que conocimos a nuestra pareja, el sitio en el que nos comprometimos… No tienen por qué ser necesariamente fotografías (que también), ni los típicos souvenirs (tazas, imanes, etc.), sino algún objeto diferencial, como pueden ser unas monedas, un cuadro, un turbante, un objeto representativo de la cultura del país, etc.
Con criterio y buen gusto, este relato vital a través de los viajes puede convertirse en un elemento diferencial de la vivienda y, al mismo tiempo, un aliciente para seguir viajando y de este modo seguir incrementándolo.
Nuestras aficiones
Nuestras pasiones son otra fantástica fuente de inspiración para decorar el hogar. Si, por ejemplo, te encanta la música, no tengas miedo a incorporar alguna pincelada de ella a la decoración con notas musicales pintadas en las paredes, un piano, una guitarra, etc. Lo mismo con la pintura, el cine, el deporte o cualquier otra afición que tengas. Se trata de una original manera de expresar nuestra esencia y personalidad. Eso sí, como siempre, hay una delgada línea entre lo apasionado y lo hortera. Cuida de no rebasarla e intenta encontrar el equilibrio sin dejar de ser tú. Porque siempre hay lugar para la autenticidad.