El sofá Chester o Chesterfield es todo un icono del sofisticado estilo de decoración inglés. Su origen se remonta hasta nada más y nada menos que principios del siglo XIX, cuando se usaba para ambientar exclusivos clubs sociales de Londres y casas de la alta sociedad británica, lo que con el paso de tiempo lo ha convertido en el sofá clásico por antonomasia.
Aunque son muchas las teorías sobre el origen de su nombre, parece que la que más adeptos reúne es la que lo achaca a la figura del IV Conde de Chesterfield, que encargó a un ebanista un sillón que fuera elegante a la par que robusto con los brazos y el respaldo alineados para poder sentarse con la espalda recta, consciente de que ninguna de los sillones realizados hasta la fecha permitía que el personal a su servicio se mantuviera en una posición erguida y, en definitiva, correcta, lo cual, a su entender, podía dar una mala imagen a sus invitados.
Dicho sillón causó gran admiración entre su entorno, que no tardó en copiar la idea del célebre personaje como muestra de su alto estatus social. Posteriormente y como era de esperar, el sillón adoptó su variante en forma de sofá con capacidad para dos o tres cuerpos.
Por motivos obvios, originalmente se trataba de un mueble de alta gama que se encontraba al alcance de muy pocas familias. Por suerte, pronto fue adoptado por la burguesía como símbolo de exquisitez y especialmente en los últimos años han ido proliferando modelos adaptados a prácticamente todos los bolsillos. La explicación reside en que inicialmente se trataba de un sofá acabado en piel auténtica, mientras que la mayoría de las versiones actuales optan por tapizados algo más económicos, como el polipiel, el poliéster o el terciopelo.
Lo que no ha cambiado ni parece que vaya a cambiar es su inconfundible y sofisticado diseño, caracterizado por sus sinuosas líneas, sus patas torneadas de madera y, sobre todo, por el acolchado y los grandes y profundos botones estilo capitoné que decoran tanto sus brazos como su respaldo, colocados siempre a la misma altura, que le confieren una apariencia tan elegante como atractiva. Su irresistible encanto vintage y su versatilidad permite que hoy en día su presencia no se limite solamente al salón-comedor del hogar, ya que también es frecuente encontrarlo a los recibidores y salones de restaurantes, pubs, hoteles y todo tipo de empresas (o incluso dando nombre al conocido programa de entrevistas de Risto Mejide) en una extensa gama de colores. Y es que hoy en día el Chester es todo un emblema del buen gusto decorativo.