Dicen que “somos lo que comemos”, y seguramente es verdad. De ahí la importancia de conservar nuestros alimentos en perfecto estado, especialmente aquellos que guardamos frescos en el frigorífico. Para mantenerlos en un estado óptimo el mayor tiempo posible, es necesario distribuirlos de forma adecuada, algo que no siempre hacemos, sobre todo cuando venimos cargados/as y con prisas de la compra.
Ten en cuenta que los alimentos frescos necesitan distintas temperaturas de conservación, y muchos no deben mezclarse si queremos evitar interferencias de olores y sabores.
A continuación, te proponemos una forma adecuada para organizar la nevera:
Frutas y verduras: en los cajones
Los cajones son el lugar idóneo para guardar todo tipo de verduras, así como las frutas que necesiten refrigeración, a ser posible sin bolsas o redecillas para que puedan ‘respirar’. Es un buen sitio para ellas, ya que así evitamos contaminar el resto de alimentos con posibles pieles, tallos, hojas sueltas, etc.
Carnes y pescado: en la zona media
Las carnes y los pescados son los alimentos más perecederos, por lo que deben colocarse en la zona baja (inmediatamente encima de los cajones), ya que se trata del sitio más frío de la nevera, y a ser posible en frascos de cristal (los de plástico pueden interferir en su sabor) para evitar derramar sus líquidos y que su olor impregne el resto de alimentos.
Sobras y lácteos: en la zona superior
Las sobras de días anteriores, productos lácteos, embutidos y semiconservas (que requieren refrigeración solo una vez abiertos) y, en definitiva, los alimentos listos para consumir, no necesitan tanto frío y, por tanto, deben colocarse en la parte superior, una zona no tan fría como las anteriores.
Bebidas, huevos y salsas: en la puerta
La puerta es el lugar menos frío de la nevera, y por tanto el indicado para las bebidas, huevos, salsas, mermeladas, mantequillas, etc.
Alimentos congelados: bien etiquetados… y no durante años
Se puede congelar un sinfín de alimentos, pero ¡ojo!, no de forma indefinida. Antes de meterlos en el congelador, no olvides etiquetarlos con la fecha en la que los guardas para tenerlo presente luego. Si bien la duración límite de congelación de los distintos alimentos depende de varios factores, por lo general, ningún alimento debería permanecer congelado más de un año, un plazo que se reduce bastante en el caso, por ejemplo, del cordero (nueve meses), pescado azul (tres meses), huevos (dos meses) o yogures (un mes).