El blanco es un color que ofrece mucho juego en el mundo del interiorismo. No en vano, es probablemente el más versátil de la paleta, puesto que combina con todo lo que te propongas y es muy útil para crear decoraciones luminosas y armónicas. Además, vuelve a estar más de moda que nunca, lo que está aumentando la demanda de los muebles de madera blancos, que resultan perfectos para formar ambientaciones de estilo nórdico que destaquen por su capacidad para brindar armonía a la decoración.
Para disfrutar de un mueble en blanco, lógicamente, tienes dos opciones: comprarlo directamente en este tono o pintar tú mismo/a, por ejemplo, un mueble mid century que ya tengas en casa, y al que quieras darle así una nueva vida. Para la primera opción, como sabes, en nuestra tienda online tienes mucho donde elegir, pero si en este caso en concreto te interesa más la segunda, toma nota de los pasos a seguir para pintar un mueble de madera en blanco:
1. Decapar el mueble
Si, como es normal, el mueble que te dispones a pintar cuenta ya con su propio acabado original en nogal, roble o cualquier otro, será necesario decapar el mueble con una espátula para eliminar el barniz existente y luego lijarlo (bastará con una lija de mano) hasta dejar la superficie totalmente lisa y libre de impurezas. Ojo, para conseguir el efecto deseado, intenta decapar y lijar siempre en la misma dirección de las vetas.
2. Aplicar una capa de imprimación
Tras decapar el mueble, los poros de la madera habrán quedado abiertos, por lo que será necesario volver a sellarlos. Para ello están las imprimaciones para madera (disponibles en cualquier tienda de bricolaje), productos que se aplican en la madera como capa previa antes de pintar para preparar la zona y facilitar la absorción de la pintura. Además, las imprimaciones esconden de manera efectiva el color previo de la madera y ayudar a proteger la superficie de la corrosión. Para aplicar la imprimación, nada como una sencilla brocha.
3. Pintar
Una vez se haya secado bien la capa de imprimación (con una hora será suficiente), puedes empezar a pintar. Hay muchos tipos de pintura (esmaltes o lacas, chalk paint, milky paint, efecto tiza, efecto metalizado, mate, satinada, brillante, al agua…). Una vez elegida la que quieras según el tipo de acabado que busques… ¡manos a la obra! Con un rodillo, brocha o pincel, dependiendo del tamaño del mueble y de la zona a pintar en cada caso, aplica las manos de pintura (de nuevo en el mismo sentido de la veta) que sean necesarias hasta conseguir el color que desees.
4. Dejar secar
Una vez termines, tan solo te quedará dejar secar el mueble durante unas cuantas horas. Hazlo preferiblemente en exterior o, al menos, en una zona ventilada. Y cuanto más tiempo, mejor, aunque lo ideal es seguir las indicaciones del fabricante de la pintura elegida.
Y… ¿después de secar? ¡Nada más! ¡Disfruta de tu nuevo mueble en blanco!